Un error frecuente al lavar las toallas. No se trata del suavizante

Las toallas son un elemento indispensable en nuestra vida cotidiana, pero a menudo las cuidamos sin pensar mucho en ello. Bastan unos pocos errores durante el lavado para que pierdan sus propiedades, dejen de absorber bien el agua, se vuelvan ásperas o empiecen a desprender un olor desagradable. Aunque mucha gente culpa al suavizante, la causa puede estar en otra parte.

El problema más frecuente es sobrecargar el tambor de la lavadora. Los expertos señalan que las toallas son gruesas y ocupan mucho espacio. Si la lavadora está llena hasta los topes, los tejidos no pueden enjuagarse y centrifugarse correctamente. Como resultado, quedan restos de detergente en ellas, el tejido se vuelve menos suave y comienza a desprender un olor a humedad. Una medida clave que vale la pena adoptar es limitar el número de toallas que se lavan en un solo ciclo. Solo así se puede garantizar su limpieza y conservar sus propiedades durante más tiempo.

toallas son gruesas y ocupan mucho espacio

La temperatura del agua también es importante a la hora de lavar las toallas. Los expertos señalan que una temperatura baja, por ejemplo, 30 °C o 40 °C, no es lo suficientemente eficaz para eliminar las bacterias o los restos de cosméticos acumulados en el tejido. La temperatura óptima para este tipo de tejidos es de 60 °C, y de vez en cuando conviene optar por un programa de lavado a 90 °C. Sin embargo, antes de ajustar el programa a una temperatura muy alta, siempre conviene consultar las recomendaciones del fabricante en la etiqueta.

A muchos usuarios les puede sorprender el hecho de que el problema de la aspereza y el olor desagradable de las toallas pueda deberse al uso excesivo de detergente. Una dosis demasiado alta de detergente en polvo o líquido se adhiere a las fibras del tejido, haciendo que pierda sus propiedades. Los especialistas recomiendan utilizar el detergente según las instrucciones del fabricante. De vez en cuando, vale la pena recurrir a remedios caseros, como añadir bicarbonato sódico o vinagre al lavado. El vinagre, que se puede verter en el compartimento del suavizante, neutraliza eficazmente los olores y tiene un efecto antibacteriano.

Si decidimos utilizar suavizante, debemos hacerlo con moderación, ya que el exceso de estos productos debilita la absorbencia de las toallas. Cabe señalar que el cuidado regular de la propia lavadora también influye en la calidad de los tejidos lavados. El cal, el moho o los residuos de detergente que quedan en el aparato pueden penetrar en el tejido. Una vez al mes, conviene poner la lavadora en vacío con vinagre o un producto de limpieza para evitar estas situaciones.

La última etapa del cuidado de las toallas es secarlas adecuadamente. Las toallas húmedas que se dejan en el tambor de la lavadora durante mucho tiempo tienden a enmohecerse, lo que provoca un olor difícil de eliminar. Los especialistas sugieren colgar las telas en un lugar ventilado lo antes posible después de terminar el lavado. La solución ideal es utilizar una secadora, que dará a las toallas suavidad y esponjosidad. Se debe evitar secarlas sobre el radiador o en habitaciones cerradas y húmedas, como el cuarto de baño, ya que la falta de circulación de aire favorece el desarrollo de bacterias y hongos.

La última etapa del cuidado de las toallas es secarlas adecuadamente

Cuidar las toallas no requiere mucho esfuerzo, pero es fundamental eliminar los errores más comunes durante el lavado. La lavadora, la temperatura del agua, la cantidad adecuada de detergente y el proceso de secado correcto: todos estos aspectos influyen directamente en la calidad y la durabilidad de los tejidos. Gracias a estos sencillos pasos, las toallas durarán mucho tiempo, conservando su aspecto estético y sus funciones.