En la cocina hay un electrodoméstico que pasa desapercibido, pero que es uno de los que más energía consume en el hogar. Ni el horno, ni el lavavajillas, ni el frigorífico ostentan este récord de consumo. Se utiliza a diario sin que prestemos atención, pero puede suponer un gasto eléctrico considerable al año.
Las cocinas modernas están repletas de aparatos eléctricos que facilitan la preparación de las comidas diarias. Entre esta multitud de aparatos, hay uno que a menudo se pasa por alto y que destaca por su elevado consumo eléctrico. Contrariamente a lo que se cree, el campeón del gasto energético no es ni el horno, ni el lavavajillas, ni siquiera el microondas. Este aparato, discreto pero esencial en cualquier cocina, consume mucha más energía de lo que imaginamos. Aunque su funcionamiento parezca anodino, puede convertirse rápidamente en uno de los elementos que más energía consumen en la estancia.

Un aparato indispensable, pero que consume mucha energía
El papel fundamental de la campana extractora en la cocina
También conocida como ventilador de extracción, la campana extractora cumple una función sanitaria crucial en el entorno doméstico. Elimina eficazmente los olores desagradables, el humo, las partículas de grasa y diversos contaminantes atmosféricos generados durante la cocción. Al mejorar constantemente la calidad del aire ambiente, contribuye directamente a crear un espacio más saludable para los ocupantes de la cocina. Su acción contra la humedad excesiva también ayuda a prevenir la aparición de moho en paredes y techos. Este equipo de ventilación se vuelve absolutamente indispensable cuando se preparan platos que generan mucho humo, como los salteados a alta temperatura o las parrilladas.
Un consumo variable según los modelos
Contrariamente a lo que podría parecer, las campanas extractoras no son tan eficientes energéticamente como se podría suponer. Su consumo varía considerablemente según su clasificación energética, oscilando entre 20 kWh anuales para los modelos clasificados como A+++ y hasta 150 kWh para los de clase D, según destaca Maisons&Travaux. Esta amplitud refleja las diferencias tecnológicas entre generaciones de aparatos. Los modelos antiguos consumen mucha energía, sobre todo cuando funcionan con frecuencia y durante periodos prolongados. Para contextualizar estas cifras, las placas de cocción consumen alrededor de 159 kWh al año, mientras que un horno eléctrico alcanza los 146 kWh, lo que sitúa a algunas campanas extractoras por encima de estas referencias habituales.

Funcionamiento intensivo de los motores eléctricos
La mayoría de las campanas extractoras se basan en potentes motores eléctricos para aspirar eficazmente el aire viciado a través de sistemas de filtración antes de expulsarlo al exterior o reciclarlo. Este mecanismo requiere una cantidad considerable de electricidad para mantener un flujo de aire constante y suficientemente fuerte. Los cocineros apasionados que preparan comidas elaboradas pueden dejar funcionar la campana durante varias horas al día, lo que supone un uso intensivo especialmente costoso. Este consumo prolongado se acumula rápidamente en la factura mensual sin que los usuarios sean realmente conscientes de ello, ya que el aparato suele funcionar en segundo plano mientras ellos se concentran en la preparación de los platos.
La primera regla para ahorrar es activar la campana extractora solo cuando sea realmente necesario. Para cocciones suaves que no generen humo ni olores pronunciados, es perfectamente posible prescindir de ella por completo. Este enfoque selectivo permite ahorrar significativamente en el consumo eléctrico sin comprometer el confort. Observar los hábitos culinarios permite identificar los momentos en los que el aparato aporta un valor añadido real en comparación con las situaciones en las que su funcionamiento es superfluo. Esta conciencia del uso transforma radicalmente la factura energética a largo plazo, al evitar el uso automático y sistemático por simple reflejo.
Dar prioridad a los equipos energéticamente eficientes
A la hora de renovar una campana extractora obsoleta, invertir en un modelo con certificación ENERGY STAR u otras etiquetas ecológicas reconocidas es una opción acertada desde el punto de vista económico. Estos aparatos de nueva generación incorporan tecnologías diseñadas específicamente para maximizar la eficiencia energética y mantener al mismo tiempo un rendimiento de extracción óptimo. Las campanas extractoras equipadas con velocidades regulables ofrecen una valiosa flexibilidad al permitir adaptar el nivel de aspiración a las necesidades reales del momento.
Mantener los filtros con regularidad y optimizar la instalación
La limpieza regular de los filtros es una tarea de mantenimiento esencial, pero que a menudo se descuida. Los filtros obstruidos por la acumulación de grasa y suciedad obligan al motor a trabajar más intensamente para mantener el mismo nivel de aspiración, lo que aumenta mecánicamente el consumo eléctrico. Seguir escrupulosamente las recomendaciones del fabricante sobre la frecuencia de mantenimiento garantiza un rendimiento constante. El uso sistemático de tapas en ollas y sartenes reduce drásticamente los vapores y humos que se escapan durante la cocción.