Los caracoles soportan las heladas sorprendentemente bien, pero no todas las especies lo consiguen. Es sorprendente dónde encuentran refugio y qué les protege allí.
A finales de otoño, la mayoría de los caracoles desaparecen sin dejar rastro de los jardines y parterres. Pero no se pierden en absoluto. Buscan refugio contra las heladas, la sequía y los depredadores. Muchos propietarios de jardines se preguntan cómo sobreviven estos animales al invierno y si sus huevos resisten las heladas. Detrás de este retiro natural se esconde un fascinante comportamiento de adaptación que varía según la especie.
Caracoles: así hibernan estos animales
Los caracoles hibernan protegiéndose del frío y la deshidratación, a menudo en un estado de letargo invernal o hibernación.
La mayoría de los caracoles terrestres, como el caracol de viña, excavan un agujero en la tierra o una cueva en otoño y cierran su caparazón con una secreción calcárea que se solidifica al aire libre formando una tapa calcárea permeable (epifragma). Esta tapa los protege de las heladas sin asfixiarlos, ya que no es completamente hermética.

Otros lugares populares para hibernar son las cuevas bajo las hojas otoñales, en el musgo o en las pilas de leña, donde están protegidos de las heladas y la deshidratación. Las babosas también pueden esconderse en el suelo libre de heladas.
Durante el letargo invernal, reducen considerablemente su metabolismo y sus funciones corporales para ahorrar energía. Los caracoles pierden entre un 10 y un 15 % de su peso, pero pueden sobrevivir incluso a temperaturas muy bajas, algunas especies hasta -40 grados. Después del invierno, despiertan hambrientos y deshidratados y comienzan a estar activos de nuevo.
Estas especies de caracoles hibernan en la superficie
Algunas especies de caracoles hibernan en la superficie, donde suelen esconderse bien protegidos entre las hojas, debajo de los arbustos o entre los restos de plantas. Algunos caracoles de viña (Helix pomatia) en particular también pueden «taparse» en la superficie y permanecer entre las hojas, debajo de los arbustos, los setos o en bosques poco densos. Esta capa protectora los aísla de las heladas.

Además, hay especies de babosas, como la babosa española (Arion vulgaris) y la babosa reticulada (Deroceras reticulatum), que hibernan en la superficie, cerca del suelo o entre las hojas, y en ocasiones se las puede observar activas cuando las temperaturas son suaves. A menudo utilizan lugares protegidos del jardín, como pilas de leña, hojas o musgo denso.
Duración del letargo invernal
La duración del letargo invernal varía según la especie de caracol y las condiciones climáticas. En el caso del caracol de viña (Helix pomatia) y otros caracoles con concha relacionados, que entran en un letargo invernal pronunciado, el letargo dura normalmente entre cuatro y seis meses. Comienza cuando bajan las temperaturas en otoño y dura hasta la primavera.
Otras especies, como los parientes mediterráneos del caracol de viña ( Cornu aspersum) o el caracol cantor, tienen hibernaciones más cortas o menos pronunciadas. Las condiciones climáticas y el hábitat son factores decisivos.
Las babosas suelen tener un letargo invernal que dura varios meses, pero por lo general solo se entierran superficialmente en el suelo o se protegen sobre la superficie entre las hojas. Estas especies son más vulnerables a los daños causados por las heladas.
Las babosas acuáticas, por su parte, muestran una estrategia diferente y suelen permanecer activas durante el invierno en capas de agua protectoras, siempre que estas no se congelen.