Un truco muy sencillo, procedente del norte de Europa, permite calentar el habitáculo sin utilizar la calefacción y sin consumir combustible.
Cuando llegan los primeros fríos, la mayoría de los conductores encienden inmediatamente la calefacción para que el coche sea más confortable. Pero hay quienes han decidido hacer exactamente lo contrario. Desde 1995, un conductor afirma que nunca más ha encendido la calefacción del coche gracias a un método sueco tan básico como sorprendente. Una costumbre que surgió casi por juego y que, con el tiempo, se ha convertido en una pequeña filosofía de ahorro diario.
La idea básica es reducir al máximo el consumo evitando desperdiciar energía para calentar el aire interior. De hecho, la calefacción del coche aprovecha el calor del motor, pero sigue necesitando combustible para mantener la temperatura estable. Una elección que tiene poco peso en un solo día, pero que tiene un gran impacto a lo largo de todo el invierno. Aquí es donde la técnica escandinava se vuelve valiosa: permite obtener calor natural simplemente aprovechando lo que ya ocurre dentro del habitáculo.
El método sueco explicado de forma clara
El principio es muy sencillo: los conductores del norte, acostumbrados a inviernos mucho más duros que los nuestros, han aprendido a aprovechar el calor corporal y el aislamiento del habitáculo en su beneficio. El truco consiste en crear un pequeño microclima interior utilizando ropa térmica ligera y cerrando totalmente las rejillas de ventilación, dejando que el calor natural del cuerpo caliente gradualmente el espacio. En pocos minutos, el aire interior se vuelve menos hostil, sobre todo en los coches modernos, que retienen mejor el calor.

La segunda parte del método tiene que ver con el parabrisas: en lugar de utilizar aire caliente, se recurre a un paño antivaho o a un ligero tratamiento en spray que se aplica antes de salir. De este modo, el cristal permanece limpio y transparente sin tener que activar la calefacción. Un enfoque sorprendentemente eficaz para reducir el consumo y mantener un buen nivel de confort, especialmente en los desplazamientos diarios de corta distancia.
Porque realmente ahorra (y porque gusta a los «tacaños» convencidos)
El método noruego funciona porque elimina uno de los consumos más subestimados del coche: el de la calefacción prolongada. Muchos mantienen la calefacción encendida durante todo el trayecto, incluso cuando el habitáculo ya lleva tiempo caliente. El resultado es un gasto de energía que, con el paso de los días, se traduce en litros de combustible quemados inútilmente.

Adoptar esta técnica no significa congelarse, sino simplemente aprender a aprovechar mejor lo que ya ocurre de forma natural en el habitáculo. El calor del motor que se difunde, la temperatura interior que se estabiliza, los materiales modernos que aíslan bien del exterior: elementos que, combinados con algunas precauciones nórdicas, permiten viajar más calientes de lo que se piensa. Y, sobre todo, sin gastar ni un céntimo más. Un método perfecto para quienes aman ahorrar y no quieren ver cómo el combustible se esfuma en el aire de la calefacción.